Tuesday, December 19, 2006

colectivo

Andar en colectivo es, para mí, una experiencia nueva todos los días. ¿Le dejo mi asiento o no? ¿80 o un peso? Y sobre todo, ¿¿donde estoy??
Hoy, mientras hacía un viaje largo y aburrido, me puse a pensar en que por ese rato, los pasajeros y yo vivimos en el mismo mundo, estamos en la misma sintonía. Todos queremos llegar cuanto antes, que la menor cantidad posible de gente venga a invadirnos y que haya menos paradas para llegar más rápido. Me da lástima no poder hablar con todos, saber de dónde vienen y por qué van a ese lugar. Me da pena no poder conocer las personas increíbles que deben ser algunos.
A veces miro a mi alrededor y trato de memorizar la cara de la anciana que está sentada en el primer asiento a la derecha, para ver si cuando me la cruzo en la calle la saludo y le digo "te acordás de mí? te dejé mi asiento el otro día!" sabiendo que lo más probable es que ni yo ni ella nos acordemos. Por ahí ya compartí muchos viajes con todos los que están a mi alrededor. Con el chico de la gorra pude haber estado en la misma sala del cine, a la señora de la cartera azul pude habérmela cruzado en la calle Santa Fe, e incluso el colectivero puede ser el que me trajo miles de veces y ni siquiera me acuerdo de él.
¡Cuántas casualidades rigen al hombre! ¿ Por qué nos acordamos del amigo de mi amigo que vi 15 minutos y no del que fue sentado conmigo más de una hora y media? La memoria es selectiva. ¿Será que no nos conviene acordarnos de ellos y sí de la fecha de la Independencia Chilena (que dicho sea de paso, no sé)? ¿Será que no le acordamos importancia a las caras sin nombre? ¿Será que estamos demasiado inmersos en nuestros propios ombligos para acordarnos de los demás?
Mientras pienso en todo esto, uno de 0,80 por favor. ¿Cómo que de 0,80 no? Bueno, entonces 1,25...
¡Hay tantas cosas para aprender!