Monday, September 29, 2008

Me irrita muchísimo la gente que hace apología de su ignorancia. Yo puedo entender que alguien no sepa el año de la caída del Imperio Romano, o no se acuerde la capital de Guatemala, pero que se ría después de preguntar en qué año empieza el cristianismo y diga "ay yo en historia soy un cero", "y bueno, lindo y tonto" o incluso "yo soy así de hueco" me saca.
Me exasperan de sobremanera los que dicen que no pueden leer mas de dos líneas de algo que no sea la Cosmopolitan, los que sólo hablan de la nueva temporada de Wanama y constantemente preguntan el precio de lo que usan los demás.
Y todo esto viene de una persona con un insaciable instinto marketinero y consumista.
Pero que asuman que lo único que son es una cara bonita, o que aquello por lo que los demás los conocen son sus piernas largas, me saca de quicio. Que hablen de adoptar "nenitos de color, porque me encantan" para que combinen con sus pieles, me provoca una ira irracional. Y más aún, que pretendan que todos nos transformemos a la medida de su sociedad estúpida y nos volvamos modelos (figurativa y literalmente) es algo que no puedo tolerar. Que querés que te diga, yo no soy tan dócil y no me dejo impresionar por su frivolidad y su belleza de cartón. Porque cuando llueva, van a desteñirse y lo único que va a quedar de su discurso superficial es el eco de las neuronas en su mente y el convencimiento absoluto de que la piel lo es todo.

Wednesday, September 24, 2008

Tengo un fetiche con las carteras, los collares y las relaciones frustradas. Me encanta coleccionarlos, inspeccionarlos, dibujar nuevos y sacar a relucir viejos. Nunca tengo demasiados, y aunque ya no tengo lugar para seguir guardándolos, sigo comprando más, diferentes, originales, multicolores. Y por mucho que trate de convencerme de que le ponen color y alegría a mi vida, son y van a ser lo que siempre fueron.

Frustrantes e inútiles.

Thursday, September 18, 2008

Es ese sentirse en paz consigo mismo, esa sensación de que el árbol floreció, los pájaros aprendieron a emigrar y las malezas quedaron cubiertas por la nueva siembra.
Es ese sentimiento de que, junto con el aire que respirás, se van yendo las impurezas y toxinas de tu pasado.
Es ese leño quemándose en la chimenea de tu presente, y esas nuevas zapatillas que te lucen tan bien.
Es ese viejo anillo que sigue brillando en tu dedo, y la mejor ducha después de una caída en el barro.
Es ese olor a suavizante en tus sábanas, y la felicidad de encontrar la calle desierta cuando sólo te querés ver a vos mismo.
Es ese buzo cuando tenés frío, y la lluvia en tu ventana.
Es esa valija esperando a ser armada, y ese abrazo cuando necesitás un sostén.

Es ese bienestar. Es esa estabilidad. Es esa paz que, por sobre todas las cosas, es.