Igualito a si estuviéramos jugando a la ruleta rusa.
O si estuviera subida a una calesita yendo en quinta.
Rápido, más rápido. Arriesgáte, tirá, jugáte.
Y si te sale mal no es solamente el turno lo que se pierde.
Pero sigamos jugando, sigamos subidos a la montaña rusa (¿es que acaso todas las torturas son rusas?) y ojalá la bajada a tierra no sea muy brusca.
Porque no tengo intenciones de asustarme, de gritar y mucho menos de vomitar.