Cada uno de nosotros tiene símbolos ocultos, olores particulares, ingredientes característicos. Unos gramos de anís y unas gotas de esencia de canela.
Humedad, jabón suavizante y shampoo Dove.
Y nos sentimos atraídos a otra persona por instinto. Nuestros sentidos son los que, alertas, determinan qué persona va a ayudarnos a hacer un irresistible perfume.
Y así es como el mundo va llenándose de aromas, de esencias y de mezclas de símbolos misteriosos y desconocidos.
Ahí reside la expresión "de gustos no hay nada escrito" ... Y yo digo, ¡menos mal!
Si todos tuviéramos el mismo olor, el mundo sería una orgía.