Wednesday, March 21, 2007

breve historia

Se tropezaron. Y no por casualidad. No, ellos no eran del estilo estereotipado.


Se podría decir que chocaron, que ella lo miró y decidió que iba a estrellarse en contra de él y conseguir su mail, quizá incluso su teléfono. Le echó una buena mirada a sus bíceps y le gustó lo que vio.


Se abalanzó sin disimulo alguno y se sobresaltó al descubrir que no se sentía raro sino de alguna manera familiar, como si ya hubiera estado en sus brazos antes.


Y todo salió como previsto. ¡Los hombres pueden ser tan predecibles! Consiguió hasta una invitación para ir a tomar un café. Sabía que sería fácil, pero no se imaginaba que tanto. O estaba muy necesitado o realmente le interesaba.


Y sabía que lo más probable es que fuera la primera opción.


Pero ya estaba ahí. No había vuelta atrás y lo más inteligente era sacarle provecho a la situación, llevarse de arriba unas medialunas con un licuado y tirar hasta la noche.


A veces la gente toma decisiones que no sabe adónde lo van a llevar, simplemente porque es lo completamente opuesto a lo que normalmente eligiría. Porque necesita un cambio, un arriesgue, jugarse por algo que lo saque de su inevitable rutina y lo ponga sobre sus talones de vuelta. O porque simplemente tiene ganas de pensar poco. O no pensar.


El punto es que salió con él, y entre tostado y tostado descubrió que era un engreído, un desesperado y metrosexual. Después de una noche juntos (por estricta obligación de compra), le agradeció muy correcta y le pidió de vuelta disculpas por haberse chocado. Y siguió ruta. A otros caminos y otros hombres más interesantes, más narigones y con más carácter.


Esta historia no tendría nada de paradójico si no hubiera sido porque años más tarde se reencontraron en un hotel en una convención de resortes para colchones, en una ciudad de California.

Ella estaba sola, él aburrido. No se reconocieron; el bótox había hecho mucho para cambiarla y la barba candado y el pelo blanco lo volvían irreconocible.

Tuvieron un affair de varios días (mientras duró el congreso) y aunque ella ya no estaba sola, él seguía aburrido. Es que la encontraba engreída, desesperada y sobre todo superficial.

Prometió llamarla y aunque nunca lo hizo, quizá vuelvan a encontrarse en unos años.

Dicen que la tercera...