Vengo con mi valija llena de ilusiones.
Con un bagaje pesado de experiencias, con unos cuantos kilos de errores.
Tengo una mochila de preocupaciones y varias manijas de soporte.
Pero hoy, mientras arrastraba todo eso, me di cuenta de que la mano se me cansó de tanto arrastrar, los dedos se me acalambraron y la muñeca ya no me responde.
Es hora de que me deshaga de tanto peso y pueda andar mas liviana.
¿Qué puedo dejar atrás? ¿Qué puedo tirar?
Miro el contenido de mi carga y me cuesta elegir.
¿La intriga de lo que pueda pasar, la desazón de saberte perdido o la desilusión absurda e inevitable?
O todo.
Sí, abandonar todo a medio camino y seguir rumbo con la espalda libre y la conciencia tranquila. Sin contracturas ni dolores de cabeza. Sin tu omnipresencia.
Sin nada. Sin todo.