Wednesday, June 18, 2008

Historias de amor III


Las grandes historias de amor nacen de las situaciones más inverosímiles, menos románticas.


Fanny y Gustavo se conocieron en la Plaza de Mayo, en un piquete en contra del gobierno. Ninguno tenía del todo claro para qué estaba protestando con la cacerola, pero el sentimiento de impotencia generalizado que imperaba los habia llevado a estar ahí, sintiendo que hacían algo para manifestar su desacuerdo al desacuerdo entre el campo y el gobierno.
Fanny había ido con un grupo de amigos militantes de Macri, y Gustavo pasaba por ahí caminando y decidió quedarse unos minutos y retirarse dignamente con la conciencia más limpia.
A ella la habían pasado a buscar con el auto de improvisto y había salido como estaba, sin tapado ni bufanda. Y era de ese tipo de persona que SIEMPRE pueden tener un buzo más, que duermen con cuatro frazadas en invierno y que llevan siempre en la cartera un par de guantes o un gorro por si la temperatura baja sorpresivamente.
Aunque al principio el furor y la gente la hicieron entrar en calor, después de apenas veinte minutos, temblaba, y no de miedo precisamente. Sus dientes hacían más ruido que la orquesta sinfónica de Viena y sus labios habían optado por volverse violeta.
Gustavo estaba parado a apenas unos metros, y cuando escuchó un ruido, pensó que los gendarmes iban a venir a desalojar la plaza. Se dio vuelta con cara de susto y la vio, temblando, castañeando, bailando una danza silenciosa. Le ofreció su campera y con esa excusa, le habló de la barbaridad de la inflación, de que mañana iba a llover, y que se iba a ir volviendo porque trabajaba.
Por esas casualidades de la vida, vivían a apenas unas cuadras uno del otro, por lo que ofreció acompañarla a su casa antes de que se muriera de hipotermia, y mientras iban caminando a la parada, le frotó las manos para darle un poco de color y calor. Ella se sonrojó y el se dio cuenta que su misión estaba cumplida.
Y ahí nomás ella pensó que su historia quedaría muy bien contada en diez años, cuando tuvieran hijos y les preguntaran cómo se habían conocido.