Friday, June 6, 2008

Historias de amor II

Las grandes historias de amor nacen de las situaciones más inverosímiles, menos románticas.



Elena era una persona muy distraída. Tan pero tan distraída que había perdido la libreta de la universidad dos veces, siempre salía con una media de distinto color, no había aprobado el examen de manejo porque se había olvidado de sacar el freno de mano y nunca se acordaba de llevar la plata para pagar los apuntes. No tenía ipod ni cámara de fotos ni ningún otro artilugio porque los había perdido, roto y prestado tantas veces que sus padres no querían saber nada con seguir invirtiendo en ese campo. Celular, sin embargo, sí tenía (el más viejo, el más barato, el que menos importara si, como era costumbre, se le perdía). Y no por cuestiones de moda, sino porque era imperioso que alguien la pudiera ubicar constantemente para recordarle el turno con el dentista, el parcial de estadísticas o la hora de la cena.
Una tarde de junio, Elena recibió un llamado a su casa de su mejor amiga, preguntándole un número telefónico. Después de revolver horas todas sus carteras, pantalones y camperas, llegó a la conclusión de que, una vez más, había perdido su teléfono y ni siquiera se había dado cuenta. Finalmente, su amiga le confesó que había recibido una llamada de un tal Darío que había encontrado su celular y la habia llamado a ella por ser el último número marcado. Le pasó el número del susodicho y Elena prometió llamarlo. Después de tres días en los que (por supuesto) perdió el papelito con el número, se olvidó de llamarlo y se volvió a acordar treinta y dos veces, arreglaron un lugar de encuentro para que él le devolviera lo que le pertenecía.
Ese sábado a la tarde, Darío esperó una hora y cuarenta y siete minutos a Elena, a quien se le había pasado la hora de encuentro y luego había perdido las llaves de su casa, se había olvidado de la calle donde la esperaba Darío y se había tomado el colectivo para el otro lado.
Finalmente, llegó. Charlaron un ratito, se miraron y se sonrieron mucho, y cuando empezó a hacerse de noche, Darío dijo que tenía una cena y Elena se acordó de que era el cumpleaños de su mamá y debían estar esperándola.
Se saludaron cordialmente, y cuando estaban a punto de irse en distintas direcciones, Darío le preguntó: "¿Me pasás tu número?"