Sunday, March 30, 2008

Lloraba por todo. Lloraba por mucho más que la carrera. Lloraba por su puta costumbre de querer mucho y tanto, de encariñarse y sufrir. Lloraba por su incapacidad de crecer y optar, y por su necesidad de llorar.
Lloraba porque tenía muchísimos motivos pero ninguno valedero; lloraba porque no tenía por qué sonreír. Lloraba porque no se acordaba lo que era llorar; y lloraba por no poder llorar más.
Lloraba porque había perdido la fe y las ganas, y sólo le quedaba llorar. Lloraba porque odiaba la palabra llorar.
Lloraba porque estaba llorando.