Saturday, May 12, 2007

mujer

La mujer está biológicamente destinada a sufrir más que el hombre.
Tiene que depilarse, una vez cada 28 días va a trabajar, estudiar o hacer deporte aunque se esté retorciendo del dolor, no puede hacer lo que tenga ganas porque va a ser juzgada y criticada por sus pares, tiene que estar siempre linda, flaca, bien vestida, combinada y de buen humor. Tiene que saber cocinar, bordar, hacer las camas y planchar la ropa pero también ganarse un sueldo y sacar buenas notas.
Además, es la mujer en una relación la que más se preocupa, piensa, se exaspera cuando no le responden un mensaje, llora si lo engaña con otro, siente culpa si sale a bailar con sus amigas, se enoja por nimiedades tales como si no le dice que la quiere, discute cien veces con sus amigas lo que quiso decir con ESO. Y si bien siempre existen las excepciones, es la que se ata los moños y se conforma con migajas que le tiran eventualmente entre las rejas de la cárcel de celos que ella misma se armó.
El hombre, en cambio, no tiene problema. Nadie le va a recriminar si usa siempre el mismo pantalón, si come como un cerdo o no sabe prender el horno. No va a tener que preocuparse porque ella no le dice "conejito", ni frenar sus impulsos para no quedar regalado. Si quiere llama, si no quiere, no. Aparece y desaparece según su estado de ánimo y nunca va a pedirle consejo a los amigos para ver qué se pone esa noche.
Lo injusto de la situación es que si decidiéramos resignar todo esto y ser hombres, no podríamos, a diferencia de los travestis, operarnos ni disimular nuestra condición de mujer.
Por eso digo: a aprovechar nuestros escotes para entrar en los boliches, que nos paguen todo cuando salimos, que nos hagan sentir bien con piropos, que podamos estar con el flaco que querramos, que podamos jugarla de inocente cuando nos convenga. A festejar que nos dejen el asiento en el bondi, que papá nos compre más ropa, que sientan la necesidad de protegernos, que podamos llorar en las películas y sea algo normal, que cuando necesitemos un abrazo nuestras amigas puedan dárnoslo sin ser tildadas de lesbianas y que nos mimen y consientan por ser más débiles.
Porque después de todo, algo bueno tiene ser mujer.