Monday, December 17, 2007

Reflexiones

No es que moleste tanto por el hecho en sí, sino porque a pesar de que cualquiera se hubiera dado cuenta, hasta que no se me apareció bailando polka vestido de Papá Noel, ni siquiera lo sospeché. Supongo que en el fondo nunca lo quise ver, y en mi visión distorsionada de la realidad todo estaba más o menos bien.
Y algo que de haberlo prevenido probablemente me hubiera golpeado un poquito la cadera izquierda, o incluso el brazo, me tumbó con la fuerza de un huracán, me agarró desprevenida porque- quién sabe por qué- en ese preciso instante había soltado las riendas y me permití volar unos cuantos metros más de lo que debería.
Lo que más me sorprende de todo, lo que más me knockea, es cómo una persona que era una parte tan presente de tu vida pasa a ser un desconocido, un ente extraño en tu organismo, un virus en tu salud mental, uno más.
Eso, eso es lo que más me cuesta aceptar. Porque para mí nunca vas a ser uno más, aunque de a poco esté subiéndome al caballo de nuevo, y el gusto a sangre de mi boca ya se haya lavado.