Sunday, September 30, 2007

Primero

Por alguna razón, le gustaban más los meses que empezaban en un lunes. Le daban la sensación de ser más prolijos, más ordenados.
Creencia pagana quizá, algo ingenua también, pero cuando cambió la página del calendario y se percató que el primero caía lunes, y la foto era una puesta de sol sobre el mar, se sintió sonreir, renovada de fe.
Por ahí, este mes se le daría el ascenso que venía esperando, aparecería la persona que estaba buscando, recompondría la relación con su padre, y su horóscopo dejaría de recetarle quedarse en casa y evitar reencontrarse con su pasado.
Y si todo eso ocurría, sería feliz.
Se levantó de un salto, se cambió y salió a recorrer.
Sin saberlo, sin haberse dado cuenta, ya lo era.

Tuesday, September 18, 2007

Uñas rojas


Las uñas rojas tecleaban rápido, tratando de seguirle el hilo al hombre que no paraba ni un segundo de hablar.

E, ese, e, espacio, de, i, a, espacio, eme, e, espacio, efe, u, i, espacio, a, espacio, ele, a, espacio, o, efe, i, ce, i, ene, a, espacio, eme, a, ese, espacio, te, eme, pe, ere, a, ene, o, espacio, qu, u, e, espacio, de, e, espacio, ce, o, ese, te, u, eme, be, ere, e, punto.

Llegaba una instancia en que las uñas ya no escuchaban, no prestaban atención a lo que deliraba el empresario, sino que repetían, automatizadas, las sílabas que se desparramaban en aquella sala circular de techo abovedado.

De vez en cuando paraban, le acomodaban el pelo a la que las sostenía, o le rascaban algún sector de la frente, y luego retomaban su labor incesante, automático, casi mecánico.

En un día normal, a las seis de la tarde las uñas rojas se separaban del teclado, apagaban la computadora, recogían una cartera y un llavero y se iban, cansadas, a introducir las llaves que castañeaban en la cerradura del auto. Conducían luego el volante, ponían los guiños, los sacaban, prendían y apagaban las luces de comando. Aguardaban en el semáforo, inquietas, golpeando suavemente sobre el volante, una uña después de la otra, despacio, más lento, una por una, clac, clac, clac, rojo, amarillo, verde, rojo, amarillo, verde, casi como si quisieran abandonar el vicio cotidiano de apurarse.

Apagaban el motor, cerraban el auto, abrían la puerta de un departamento demasiado chico para ser habitable, comían alguna fruta, y se sentaban frente a una nueva computadora, un nuevo tecleado, una vieja costumbre: seguir escribiendo.

Ele, a, ese, espacio, u, eñe, a, ese, espacio, ere, o, jota, a, ese, espacio.

Sunday, September 9, 2007

Y qué tal si

¿Y si dijera que cada uno de nosotros es como una torta; con los mismos ingredientes pero en diferentes medidas?
Yo podría tener, por ejemplo, dos tazas de confianza en mí misma, media cucharada de ego, un balde de orgullo, 100 g de amor propio, un puñado de inteligencia.
Otro tendría, quizá, media taza de confianza en sí mismo, una hoja de ego, un balde de inteligencia, 400 g de belleza y un pan de coraje.
Lo que nos haría diferentes sería la manera en que están combinados.
Y habría, como todo en la vida, algunas combinaciones más apetitosas y tentadoras que otras; algunas más cocidas, otras más crudas, unas más grandes; alguna rellena y una que otra congelada.

¿Si dijera todo esto, dirías que estoy loca?
Tendrías, entonces, una pizca de imaginación. Sabélo.